lunes, 6 de octubre de 2008

Educación y arco iris



Reproducimos opinión aparecida en el diario La Nación, esta vez es del presidente del Departamento de Educación de la DC, partido cuya base social parece no estar de acuerdo con el tipo de modelo educacional actual, ya lo venía mostrando el propio congreso ideológico de este partido, cuyas principales resoluciones el años pasado fueron el pronunciamiento contra el lucro en educación. A continuación reproducimos la columna, critica hacia el simplismo de la propuesta 2020 como receta para superar el actual modelo educacional.


El arco iris representó nuestros sueños, ideales, convencimientos y encuentros que sobrevivieron a los 17 años de dictadura. Leo el Manifiesto de Educación 2020… y no me cuadra. Casi todo tiene una justificación estructural e instrumental, pero nada se dice de la problemática que afecta el fenómeno individual del aprendizaje, como los problemas sociales, económicos, culturales, de exclusión, de fractura social y de marginalidad, o problemas de salud, de trabajo, de alimentación que afectan a los sectores más pobres, de aquellos que nos llaman la atención y de sus alumnos que no llegan predispuestos a aprender. Los gobiernos de la Concertación han hecho esfuerzos en materias de asistencialidad escolar y focalización con estos sectores sin lograr disminuir la brecha de calidad.
El fenómeno educativo no es un acto neutro, es un acto político y quedó supeditado a políticas marcadas y excluyentes. La LOCE o la LGE, la construcción del currículo como los programas de estudios, la elección de las metodologías, la formación de profesores y el estilo del ejercicio docente, el tipo de escuela y su gestión adquieren un sentido ideológico dados los principios neoliberales que sustentan el sistema educativo. Principios no compartidos por la mayoría de la sociedad, situación que los mandos político-técnicos de la Concertación han renunciado a cambiar, tratando de congeniar esas políticas utilitaristas con medidas de contenido social, humanistas, pero inmersas en políticas de mercado. Es posible que en esta ambivalencia entre las “añoranzas populares” pero legítimas y el binominalismo espurio se encuentre gran parte de los problemas de la calidad educacional. Investigaciones recientes, como las de la OCDE señalan que el mercado no ha sido garante de esta calidad y que la evidencia internacional es distinta.
¿Es posible mejorar la educación sin atender esta dicotomía? No, es imposible. No se trata sólo de los cambios estructurales que propicia Educación 2020. Hablamos de un cambio de paradigma: de una educación de competencia a una educación de la solidaridad; de una educación de mercado a una educación democrática; de una educación estratificada a una educación integradora, y es la sociedad entera la llamada a definir el paradigma educacional para nuestro país.

La calidad no sólo tiene que ver con las exigencias y con la adecuación de la escuela a los cambios del mundo y de la sociedad, también se relaciona con lo que pasa en el aula y en cómo afecta lo que pasa fuera de ella. No basta tener profesores buenos, sino que se requieren profesores comprometidos con sus alumnos y los procesos que experimentan. La sociedad exige una tarea orientadora para sus alumnos que, asumiendo las diferencias individuales, no cause frustración. La sociedad debe generar las salidas laborales y sociales dignas que permitan esta diversificación. Esto sólo se logra con una adecuada división social del trabajo, digna y respetuosa.

Si es o no una utopía, lo dirá la historia. Pero la propuesta 2020 no me cuadra si no le agregamos contenido: una educación basada en una cultura de la solidaridad y la diversidad en vez de una basada en una cultura del mercado y la competencia, por ende en la exclusión. Una educación para la persona humana, para su libertad, en vez de una al servicio del mercado. Una educación integradora en vez de una educación estratificada. Si esto es ideología, entonces lograr una educación de calidad es un tema ideológico, porque calidad significa emitir un juicio de valor y este juicio no es el mismo para los mercadistas que para los humanistas y estos últimos quedaron excluidos en la génesis de estas políticas, haciéndonos dudar de lo democrático del sistema.

Cualquier propuesta educacional que sólo se limite a lo instrumental o estructural será una propuesta trunca. Construir una educación sin contenido y sin que refleje lo mejor de un sistema democrático es como construir la mejor casa pero una vez todos adentro reinará el caos. Y tampoco quiero una casa donde el más rico y poderoso compre y cierre los espacios comunes. Avancemos, sí y rápido, pero no nos perdamos en el relativismo ni en el pragmatismo. Recuerdo una pregunta de mi hijo, ya hace varios años, siendo preadolescente: papá, ¿qué pasó con el arco iris?


Fuente: Diario La Nación
Opinión de René González G.,
Presidente del Departamento de Educación
Partido Demócrata Cristiano 2 de Octubre del 2008